Si bien la historia de Caperucita puede compararse o adaptarse a innumerables situaciones de la vida sería una torpeza negar su índole erótica. Para mi gusto, hasta ese entonces, era la seducción en sí misma quien encarnaba el papel principal de la historia.
Una de las cosas que me quedó grabada de mi lectura del libro de Bettelheim fue la teoría de que la abuela (quien regala la prenda roja a la niña) de alguna forma la insita a asumir una sensualidad para la que todavía no está preparada.
En la versión de Perrault –que es la que finalmente elegí para ilustrar–, la madre no da consejos a Caperucita antes de partir. Perrault lo hace en la moraleja del final. Intentando ser literal y ya habiéndo resuelto ilustrar la escena del primer encuentro de caperucita con el lobo, recurrí a Internet buscando información sobre molinos. Así fue como en los primeros bocetos el encuentro se producía junto a un bosque y a la vez, junto a un río: El bosque primaveralmente verde y un molino de tipo holandez.
jueves, abril 06, 2006
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